martes, 3 de diciembre de 2013

El Mito del amor

Según un estudio sociológico, uno de los factores que facilita, favorece y sustenta la violencia de género más dramática y también las microviolencias cotidianas en las relaciones de pareja, es un modelo de amor romántico presente en nuestra cultura. Mientras en muchos países los matrimonios son concertados previamente, en nuestras sociedades la base del matrimonio y la familia, se fundamenta en el amor romántico. Este amor romántico, típico de las culturas occidentales, ofrece a las personas un modelo de conducta amorosa, que cuando falla –y siempre falla- produce la frustración y el desengaño, y es uno de los factores de la violencia en las relaciones de pareja. Las mujeres son más propensas que los hombres a creer en este mito, cargan de virtudes y potencialidades al hombre que eligen y esperan de ellos más de lo que ellos podrían darles, creen que ‘aman demasiado’, y en esa búsqueda del amor romántico muchas veces eligen personas difíciles y agresivas, con quienes tienen más posibilidades de ser víctimas de la violencia y de consentirla, porque esa relación es la que da sentido a su vida. Nuestro modelo social del amor romántico es quien más legitima éstos y otros comportamientos y la violencia doméstica será el plato de todos los días si no somos capaces de cuestionarnos el tipo de sociedad que genera maltratadores. Una canción muy conocida dice en una estrofa: “Te vas porque yo quiero que te vayas, y a la hora que yo quiera te detengo. Yo sé que mi cariño te hace falta, aunque quieras o no, yo soy tu dueño. (Ranchera La media vuelta, José A. Jiménez) Estas afirmaciones acerca de que “todo” está justificado en nombre del amor, nacen directamente de los relatos de las mujeres que han sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja en cuyo discurso aparecen sistemáticamente elementos de esta idea de amor. “porque lo quiero”, “porque me casé para toda la vida”, “dice que me quiere, que soy el amor de su vida”, “que por el amor que siente por mí, va a cambiar”, “porque me ama demasiado”, “porque estoy enamorada”, etc. El sociólogo José Luis Sangrador ha hecho una encuesta cuyos resultados han arrojado que el 90 % de las personas encuestadas manifiestan que no se casarán con alguien del que no se sintiesen enamoradas. ¿Cómo se consolida, el matrimonio en sociedades no utilitaristas occidentales? Uniéndolo a la pasión. Pero qué pasa cuando la pasión se termina? Qué queda? Qué se ha podido construir?, qué sostendrá entonces el vínculo de pareja y de familia? Si bien el amor apasionado puede vencer un montón de obstáculos, hay uno contra el que se estrellará siempre: la duración. Sin embargo la decisión de tener hijos y mantener relaciones sexuales cuando se está casado muchas veces parece ser más una cuestión de contrato que un deseo promovido por una unión romántica o pasional. Descubrir esa realidad genera bastante confusión, culpa y frustración que terminan siendo motivo de consulta en la terapia de pareja. Si nos ponemos a analizar el amor en las novelas o el cine vemos que lo que se exalta no es el placer de los sentidos ni la paz fecunda de la pareja, no es el respeto y el reconocimiento del otro, sino el amor como pasión sufriente. En la literatura y el cine los personajes que encarnan a los héroes románticos no se aman; lo que aman es el amor, el hecho mismo de amar. Y actúan como si hubieran comprendido que todo lo que se opone al amor lo preserva y lo consagra en su corazón, para exaltarlo hasta el infinito. Los amantes son más felices en la desgracia del amor que en la tranquilidad cotidiana del afecto mantenido. Se necesitan uno a otro para arder, pero no al otro tal y como es, y no la presencia del otro, sino más bien su ausencia. Para reflexionar no? La adopción de cierto lenguaje implica y favorece el desarrollo de ciertos sentimientos: “mi vida ha sido una larga espera para encontrarte”, “no puedo vivir sin ti”, “sin ti no soy nada”, “te quiero más que a mi vida”, Pareciera que la decisión de continuar o no con una pareja pese a todos los problemas y dificultades que atravesó y atraviesa, dependiera de estas preguntas ¿es amor o no esto que siento? ¿amo a esta mujer, a este hombre o siento sólo afecto? ¿amo a ese ser o amo al amor? Cuántas barbaridades, se hacen en “nombre del amor”, cuánto se soporta, cuánto se humilla, se descalifica, se hace sufrir y se sufre, cuántos crímenes se cometen “en nombre del amor”. Con qué intensidad se cela, se controla, se persigue y se desconfía “en nombre del amor”. Y así justificamos reacciones y pasiones violentas y desmesuradas porque así esta sociedad entiende el amor. La pasión es amor y el amor se demuestra. ¿cómo? Así, soportándolo todo, todo menos la infidelidad. “puedo soportar que me humilles, me pegues, me maltrates, me celes, me controles, porque me decís que me amás pero si te descubro con otra… te dejo” ¿Puede haber una lógica más ilógica? Por que alguien puede soportar todo menos la infidelidad? Porque el amor en nuestra sociedad es sacrificio, es aguantar, es apoyar y soportar, es comprender, es justificarlo todo. Todo menos un acto tan moralmente condenable como la traición.